¿Cuántas veces repetimos esa frase: “El mundo es bello porque es variado”, pero cuántas veces realmente lo pensamos?
La diversidad, en cualquiera de sus formas, es una riqueza. Porque la diversidad, ya sea social, económica o cultural, promueve el desarrollo, nos hace más abiertos, más comprensivos, más tolerantes, más creativos. Y así, mejorando a los demás, nos superamos a nosotros mismos.
Hay muchos ejemplos de sociedades cuyo desarrollo ha sido apoyado por la presencia de inmigrantes, como Venezuela, Estados Unidos y Brasil; de hecho, sobre este último, el sitio web de la Casa de la Cultura escribe: "Rio Grande do Sul, ubicado en el sur de Brasil, es uno de los estados más multiétnicos y pluriculturales del país [...], los inmigrantes -junto con los afro -descendientes y a los gauchos, siendo estos últimos una amalgama de indios, españoles y portugueses- contribuyeron decisivamente para la construcción de uno de los estados brasileños más prósperos del país".
Acercándonos más, encontramos el caso italiano, donde: "De hecho, muchas de las zonas del Centro-Norte donde se concentra la mayoría de inmigrantes tienen niveles de ingresos entre los más altos de la Unión Europea y tasas de desempleo entre las más bajas" (laboratoriofuturo. él).
Como seres humanos, debemos trabajar juntos para avanzar. No podemos saberlo todo y no podemos encontrar la solución a todo por nuestra cuenta. La diversidad es lo que ha marcado nuestra evolución como especie, y somos una especie formada por colores, no por blancos y negros.
"Fuente de intercambios, de innovación y de creatividad, la diversidad cultural es, para el género humano, tan necesaria como la biodiversidad para cualquier forma de vida. En este sentido, constituye el patrimonio común de la humanidad y debe ser reconocida y afirmada en beneficio de generaciones presentes y futuras." Declaración Universal de la UNESCO sobre la Diversidad Cultural.
